sábado, 13 de abril de 2024

Hora Santa en reparación por profanación del Sagrado Corazón de Jesús por parte de travesti en Catedral de La Serena, Chile 260324

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el sacrilegio cometido contra el Sagrado Corazón de Jesús por parte de un hombre travestido de mujer. Para mayores datos, consultar el siguiente enlace:

https://infovaticana.com/blogs/cigona/escandalo-en-la-serena-chile-por-modelo-trans-en-el-altar-de-la-catedral-representando-al-sagrado-corazon/

Canto de entrada: “Cristianos venid, cristianos llegad”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

A partir de su institución por parte de Jesús, en la Última Cena, la Santa Misa ha reemplazado, de modo supereminente, todos los holocaustos y todas las ofrendas del Templo de Jerusalén, ofrecidas en acción de gracias[1]. Al compararlas con las ceremonias antiguas, por ejemplo, la oración de David, luego de la construcción del Templo, las oraciones solemnes que hacemos en la Santa Misa, nos damos cuenta de nuestra ingratitud y de nuestra frialdad de corazón. En efecto, el rey David dice: “Este Templo no es para un hombre, sino para el Dios Yahvéh”. David alaba a Dios con todo su corazón: “¡Bendito seas, de eternidad en eternidad, Yahvéh, Dios de nuestro padre Israel! A Ti sea la grandeza, la fuerza, la magnificencia, el esplendor y la gloria, porque te pertenecen todo el cielo y la tierra (por esto) celebramos Tu Nombre glorioso”. Ahora bien, los bienes espirituales -y también materiales- de Dios en Jesucristo son incomparablemente más elevados y grandiosos que los del Antiguo Testamento, por lo cual nosotros deberíamos, imitando al rey David, postrarnos en acción de gracias, en alabanzas y en adoración ante Jesús Sacramentado, Don de dones divinos, Ante Quien doblas las rodillas el cielo, la tierra y el abismo.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Dice San Bernardo que debemos agradecer permanentemente a Nuestro Señor Jesucristo y reparar por quienes no lo hacen y él mismo da el ejemplo con la siguiente oración: “Oh Buen Jesús, lo que me inflama en tu Amor, lo que vuelve amable mi corazón, es el cáliz que has bebido, es la obra de nuestra redención. Es Jesús quien reclama nuestro amor y sin reservas. El Salvador ha trabajado en la formación del universo entero, pues Él lo dijo y todas las creaturas fueron hechas y es Él quien gobierna todo lo creado (Sal 30, 2); pero también, Él se ha encontrado con seres que contradicen su palabra, que critican sus obras, que menosprecian sus tormentos, que insultan su muerte. ¡A Aquel que nos ha amado! Él nos ha amado con un amor tierno, prudente y valiente; con un amor tierno, porque Él tomó nuestra carne; con un amor prudente, porque nos advirtió del pecado; con un amor valiente, porque Él enfrentó la muerte”. Amemos al Amor de los amores, que está en el altar solo por nuestro amor, Jesús Eucaristía.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

San Pablo, en sus Epístolas a los Efesios y a los Colosenses, expresa con sublime plenitud la obra de Cristo, su obra salvífica, obra a la cual debemos agradecer por la inmensidad de dones conseguidos por nosotros, por Jesús, al precio altísimo de su Preciosísima Sangre. Dice así: “Bendito sea el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que en Cristo nos ha bendecido con toda clase de bienes espirituales (…) Es en Él (…) que vosotros habéis recibido el sello del Espíritu prometido, el Espíritu Santo, las arras de nuestra herencia mientras esperamos la plena redención de quienes Dios ha adquirido para honor de su gloria” (cfr. Ef 1). Y la forma más adecuada y más apreciada por Dios, para agradecer todos los dones espirituales recibidos por Cristo, es ofreciendo el Santo Sacrificio del altar, la Santa Misa.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Cada vez que se celebra, la Santa Misa nos invita a testimoniar a Dios este reconocimiento de su gloria manifestada en Cristo Jesús. Debemos reconocer que somos profundamente ingratos, no solo con nuestros benefactores, sino ante todo con Dios, que nos ha bendecido por encima de toda capacidad de nuestra razón, en Cristo Jesús, en su Santo Sacrificio del Calvario, renovado incruenta y sacramentalmente cada vez, en el altar eucarístico, en la Santa Misa. No se trata de un agradecimiento puramente sensible y afectivo: es necesario que tomemos conciencia de nuestra total dependencia de su Amor en todos los bienes que componen la trama de nuestra vida, tanto temporal, como la vida eterna a la que estamos destinados y cuyas puertas han sido abiertas para nosotros gracias a la Sangre del Cordero derramada en el Calvario y recogida en el Cáliz de la Santa Misa, en el altar eucarístico.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Ahora bien, la Santa Misa no es solamente una Acción de gracias por los beneficios recibidos: damos gracias a Dios, a través de la Santa Misa, debido a la inmensidad y majestuosidad de la gloria divina de la Santísima Trinidad. La “Gloria in excelsis” que se manifiesta en esta expresión, no es solo la oración de la Misa inspirada para agradecer los dones recibidos, sino ante todo inspirada por el deseo de agradecer a Dios por su inmensa gloria. La alegría que la contemplación de las grandezas de Dios hacen nacer en los corazones de los cristianos es tan esencial a la Santa Misa, que el nombre original de la Misa fue el de “Eucaristía”, es decir, “acción de gracias”. Cristo se nos dona en el Pan eucarístico como memorial de su Pasión para que al mismo tiempo demos gracias a Dios por el hecho de que Él ha creado el mundo y lo que contiene, en vistas del hombre y del mal en el que hemos nacido y del cual nos ha liberado, al reducir a la impotencia a los Principados y a las Potestades, por medio de Aquel que voluntariamente soportó el sufrimiento de la Pasión. Nunca dejemos de dar gracias a Dios, no solo por los innumerables bienes recibidos a través de Cristo, sino principalmente por la inmensidad de su gloria, de su divinidad y de su majestad.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 



[1] Cfr. Francois Charmot, La Messe, source de sainteté, Editorial Spes, París 1959, 34.

domingo, 31 de marzo de 2024

Hora Santa en reparación por la declaración del aborto como derecho humano en la constitución de Francia 050324

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por el inaudito crimen cometido por el gobierno francés, el de colocar al aborto, al asesinato de un ser humano indefenso, como “derecho constitucional”. Para mayores datos acerca de este aberrante hecho, consultar el siguiente enlace:

https://cigotoypersona.blogspot.com/2024/03/abominable-francia-sanciona-como.html

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Dentro de las señales de predestinación de un alma al Reino de los cielos, se encuentra el dar limosnas y ejercitar la caridad y la misericordia, según las catorce obras de misericordia, corporales y espirituales, que recomienda la Santa Iglesia Católica. Para quien esto hiciere, en la Sagrada Escritura están prometidos el perdón de los pecados y el alcanzar de Dios su Divina Misericordia: “Sean misericordiosos y obtendrán misericordia”. Acerca de la limosna como señal de predestinación, dice así la Sagrada Escritura: “La limosna libra de la muerte, ella es la que limpia los pecados y hace hallar la vida eterna” (Tob 12). Y David dice: “Bienaventurado el varón que entiende sobre el necesitado y pobre: el Señor le librará en el día malo” (Sal 40), esto es, en el juicio riguroso de Dios en la hora de la muerte[1]. Y sobre la misericordia, dice así San Gregorio Nacianceno: “No tiene el hombre cosa más divina que el hacer bien a otros”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Otra señal de predestinación es la pobreza de espíritu, lo cual significa el despegar el corazón de los bienes terrenos y es así como la primera bienaventuranza, “ser pobre de espíritu”, promete el Reino de los cielos. Además, Cristo eligió en este mundo a los pobres -sobre todo los pobres de espíritu-, pronunciando severas advertencias para los ricos o para quienes, siendo pobres, tienen alma avarienta y usurera: “¡Ay de vosotros, ricos, que tenéis aquí vuestro consuelo!”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Otra señal es la humildad y así es como dice San Bernardo a sus monjes: “¿Quién sabe si los nombres de todos los que aquí veo están escritos en el cielo y anotados en el libro de los predestinados? Porque me parece que veo algunas señales de vuestra vocación y justificación en el trato de tanta humildad, por lo cual, perseverad, carísimos, para que por la humildad subáis a la alteza. Éste es el camino y fuera de él no hay otro”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Otra señal es la caridad de Dios y del prójimo, porque el Salvador del mundo dijo: “En esto conocerán que sois mis discípulos, si os amareis unos a otros”. Otra señal es frecuentar devotamente los Sacramentos de la Confesión y la Comunión y así dijo Cristo: “El que come mi Carne y bebe mi Sangre, en Mí se queda y Yo en él”. Otra señal de predestinación es gustar la Palabra de Dios, meditando frecuentemente sus verdades y los misterios divinos. “El que es de Dios, dice Cristo, oirá la Palabra de Dios”, como así también es señal de réprobos no gustar de ella.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Una señal más de predestinación es el estar resignado en las manos de Dios y pronto para hacer su Divina Voluntad, guardando con Dios las leyes del verdadero amor, que es tener un mismo querer y no querer, con lo cual seremos fieles siervos de su divina majestad. Una señal más es el haber hecho algún acto heroico de virtud nacido de caridad y celo santo. Una última señal de predestinación es la devoción amorosa y verdadera a la Madre de Dios. San Anselmo dice: “A quien fuere concedido pensar muchas veces en la Virgen con dulce cuidado, echo de ver que tiene grande inicio de alcanzar su salvación”. Estas son las señales de dicha tan grande como es morir en gracia. Examine cada uno si las tiene y en qué grado las tiene. Mírelas y considérelas. Si no se halla en camino de predestinación, póngase en él y con buenas obras haga cierta su gracia y elección (2 Pe 1) y con actos continuos de estas virtudes asegure su salvación. Bendito sea Dios, que no nos puso la salvación en cosas imposibles ni en cosas que dependan de voluntad ajena, sino de la nuestra, de nuestro libre albedrío. Conserve la gracia quien la tiene, pues no tiene que pedir a otro nada para tenerla. Si no tiene las señales de salud, hágalas él y procure las virtudes dichas para que así, muriendo en gracia, goce el Reino de la gloria, para el que fue creado, por eternidad de eternidades. Amén.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 592.

miércoles, 21 de febrero de 2024

Hora Santa en reparación por sacerdote que profana la Santa Misa oficiando la misma vestido de rapero en Alemania 140323

 



Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la profanación de la Santa Misa realizada por un sacerdote alemán, quien ofició la misma disfrazado de “rapero”. Para mayores detalles, consultar el siguiente enlace:

https://www.diariodecuyo.com.ar/enlasredes/VIDEO-Un-cura-se-vistio-para-la-ocasion-y-rapeo-en-plena-misa-20230314-0023.html

Canto de entrada: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Hay señales de predestinación al Reino de los cielos, como por ejemplo, el tener una fe -la fe católica, la fe del Credo de los Apóstoles- viva, constante, verdadera, activa; otra, es la guarda perfecta de los Mandamientos de Dios, procurando conservar al alma sin pecado mortal; otra señal es la de padecer tribulaciones, ofreciéndolas al Sagrado Corazón por manos de María Santísima; todas estas señales son claros indicios de que un alma está predestinada, desde la tierra, a vivir en la eternidad en el Reino de Dios[1].

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

Una cuarta señal de predestinación es el dar limosnas y ejercitar la caridad y la misericordia; en la Sagrada Escritura se prometen, a esta señal, el perdón de los pecados y el alcanzar de Dios su Divina Misericordia: “Sed misericordiosos y recibiréis misericordia”. En el libro de Tobías se dice que “la limosna nos libra de la muerte, ella es la que limpia los pecados y hace hallar la vida eterna” (Tob 12). Y David dijo: “Bienaventurado el varón que entiende sobre el necesitado y el pobre; el Señor lo librará en el día malo” (Sal 40), esto es, en el juicio riguroso de Dios, en la hora de la muerte. Dios es misericordioso con aquel que es misericordioso para con sus hermanos.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

Una quinta señal de predestinación es la pobreza de espíritu, que consiste en despegar el corazón de los bienes de la tierra y así, a la primera de las bienaventuranzas, que es “ser pobre de espíritu”, se promete el Reino de los cielos. Y Cristo eligió en este mundo a los pobres, pronunciando contra los ricos -contra los que están apegados a los bienes materiales- temerosas sentencias: “¡Ay de vosotros, ricos, que tenéis aquí vuestro consuelo!” y también: “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los cielos” (Mt 9).

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

La sexta señal de predestinación es la humildad, con la cual consuela San Bernardo a sus monjes: “¿Quién sabe si los nombres de todos los que aquí veo están escritos en el Cielo y anunciados en el libro de los predestinados? Porque me parece que veo algunas señales de vuestra vocación y justificación en el trato de tanta humildad, por lo cual perseverad, carísimos, en la disciplina que habéis comenzado, para que por la humildad subáis a lo alto. Éste es el camino perfecto y fuera de él no hay otro”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

La séptima señal es la caridad de Dios y del prójimo, porque el Salvador del mundo dijo: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os amareis los unos a los otros”. Y en la oración que nos enseñó, puso como condición de perdonarnos Dios nuestros pecados, si perdonáremos nosotros a quienes nos injuriasen. También el Sabio dice: “Deja al prójimo que te hizo daño y entonces, cuando orares, se te desatarán tus pecados”.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “El Trece de Mayo en Cova de Iría”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 

 

 



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 590ss.

viernes, 2 de febrero de 2024

Hora Santa en reparación por representación de Cristo LGBT en Sevilla 270124


 


Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la representación de un Cristo resucitado con aspecto lejos de la piedad cristiana y afín a la ideología LGBT.

Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

         En la Sagrada Escritura se pueden encontrar señales de que está el alma predestinada a morir en gracia, es decir, a salvar su alma por la eternidad y a evitar por lo tanto la eterna condenación en el Infierno[1]. Una señal es la de tener una fe católica (la fe del Credo de los Apóstoles, la que reza la Iglesia los Domingos) viva, constante y verdadera y así se dice de Abraham, “que le fue imputado a justicia y santidad, por lo cual se salvó” y lo mismo de Noé.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

         La fe se manifiesta como viva cuando se arde en deseos de que Cristo sea conocido, amado y adorado en el mundo entero, al tiempo de que se aborrezcan las herejías y de que se estime y respete el culto divino y la Sagrada Escritura y se aparten las gentes de todo lo mundano, lo pagano, lo oculto y esotérico, todo lo que ofende a Dios Nuestro Señor, además de que se lleven a cabo por doquier obras de misericordia corporales y espirituales. Cada uno debe examinarse en cómo le va en estas cosas y procurar esmerarse en ellas.

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

         Otra señal de predestinación a la vida eterna en el Reino de los cielos es la guarda constante y perfecta de los Mandamientos de la Ley de Dios (que comprenden los Consejos Evangélicos de Nuestro Señor Jesucristo, que son una ampliación y profundización de los Mandamientos), conservándose sin cometer pecado alguno grave y permaneciendo delante de Dios en verdad. El mismo Cristo dijo: “Si quieres entrar en la vida, guarda los Mandamientos” (Mt 19). Por esto fue oída la oración del rey Ezequías, cuando dijo: “Acordaos, oh Señor, cómo he andado delante de Vos en verdad” (Is 38).

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

         Una tercera señal es padecer tribulaciones, para lo cual dijo el Ángel a Tobías: “Porque eras acepto a Dios, fue necesario que la tentación te probase” (Tob 12). El mismo Salvador, que fue cabeza de los predestinados, dijo que “convino que padeciese para entrar de esta manera en su gloria” (Lc 21). Entonces, el padecer tribulaciones y aflicciones, es signo de ser receptor de la benevolencia divina en esta vida; por eso dice el Apóstol que “Dios azota a quien tiene por hijo” (Heb 12). Y el mismo Señor dice: “Yo reprendo a los que quiero bien” (Apoc 15).

         Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

         Dios cela mucho a los suyos porque los ama y así no les consiente pecar sin castigarlos luego: “Este Dios celador -dice Orígenes-, si desea y pretende que tu alma se llegue a Él, si te guarda de pecado, si te corrige, si te castiga, si se indigna contigo, si se aíra y está como abrasado de celos, conoce en estas cosas que tienes esperanza de tu salvación eterna”. San Ambrosio dice que como la vid atada se levanta y podada no se disminuye, antes bien se aumenta, así los cristianos, mientras son atados, suben y humillados, se ensalzan y heridos, son coronados. No reniegue el alma que sufre tribulaciones, puesto que señal es de bondadosa predestinación divina a la eterna salvación.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 

 

        



[1] Cfr. Juan Eusebio Nieremberg, Aprecio y estima de la Divina Gracia, Apostolado Mariano, Sevilla s. d., 590.

sábado, 27 de enero de 2024

Hora Santa en reparación por misa negra satánica en Catemaco Méjico 2024

 


Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado en reparación por la gravísima ofensa y el infinito ultraje cometidos contra Nuestro Señor Jesucristo en la localidad de Catemaco en México, en donde individuos impíos y seguidores de Satanás se atreven a desafiar a Nuestro Señor, realizando sacrílegas misas negras, en las que los brujos invocan, adoran y hacen ofrendas al Ángel caído, el Príncipe de las tinieblas, al mismo tiempo que ofenden gravemente al Único y Verdadero Dios, Nuestro Señor Jesucristo, el Cordero de Dios, Cristo Jesús.

Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

La Presencia Real, Verdadera y Substancial del Rey de reyes y Señor de señores, Nuestro Señor Jesucristo, el Hombre-Dios, el Verbo de Dios encarnado en el seno purísimo de María Santísima, es un misterio absoluto[1], sobrenatural, que supera absoluta y totalmente nuestra capacidad humana racional, por lo cual, para poder creer en dicha Presencia, es necesario que, además de la Fe sobrenatural infusa en el Bautismo, nuestra razón humana sea iluminada por la luz de la gracia santificante.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

La Presencia del Señor Jesús se traslada, por así decirlo, desde los cielos, en donde reside eternamente en el seno del Padre, unido a Él por el Espíritu Santo, por medio de la Santa Misa, oficiada en la tierra por el sacerdote ministerial, no importa si este es el más humilde de todos o si es un príncipe de la Iglesia (cardenal, obispo, Papa).

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

La Presencia Real del Señor en el altar eucarístico es posible debido al milagro de la Transubstanciación, que ocurre en la Santa Misa, cuando el sacerdote ministerial pronuncia las palabras de la Consagración sobre las ofrendas del pan y del vino –“Esto es mi Cuerpo, Éste es el cáliz de mi Sangre”-, palabras pronunciadas por el mismo Sacerdote Eterno, Nuestro Señor Jesucristo, en la Última Cena, que fue al mismo tiempo la Primera Misa de la historia.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Por las palabras de la Consagración se produce el milagro de la Transubstanciación, es decir, las substancias del pan y del vino se convierten, por el poder del Espíritu Santo, en la Substancia del Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, de manera que, antes de la Consagración, el pan era solo pan y el vino era solo vino y después de la Consagración, el pan es el Cuerpo de Jesús y el vino es la Sangre de Jesús.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

Esto es posible porque cuando el sacerdote ministerial, en la tierra, durante la Misa, pronuncia las palabras, no actúa en propia persona, sino in Persona Christi, es decir, es el mismo Señor Nuestro Jesucristo quien pronuncia las palabras y les confiere el poder divino, porque Él les concede a las palabras el poder del Espíritu Santo, quien es el que convierte las substancias creaturales y terrenas del pan y del vino en las substancias divinas del Cuerpo y la Sangre del Señor Jesús. Ante los sentidos humanos, todo pareciera que permanece igual -el tacto, el sabor, el color, el peso- en cuanto a las especies eucarísticas, pero la fe nos dice que ya no son más pan y vino, sino el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en Persona en la Sagrada Eucaristía. Postrémonos en adoración ante el milagro eucarístico y nunca dejemos de dar gracias por el don de la Sagrada Hostia, el Milagro de los milagros, el Milagro que derrama en nuestras almas el océano infinito de Amor de la Divina Misericordia.

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonio de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 99.

jueves, 18 de enero de 2024

Hora Santa en reparación por incitación a la profanación eucarística por parte de bruja en programa televisivo peruano 090124

 


Inicio: El uso de la Sagrada Eucaristía para cualquier fin que no sea el exclusivamente la Comunión Sacramental, para la unión espiritual en el amor, la fe, la piedad, y mucho más en un acto de horrible acto de brujería y ocultismo como el propuesto por esta bruja wiccana, en un programa televisivo, con una liviandad y superficialidad tan propia de nuestros oscuros días, constituye un gravísimo acto de sacrilegio hacia la Presencia Real, Verdadera y Substancial de Nuestro Señor Jesucristo. Nos sentimos ofendidos como católicos, pero a Quien ofenden en primer lugar es al Rey de reyes y Señor de señores, Jesús Eucaristía y eso no lo vamos a dejar pasar. Para mayores detalles, consultar las declaraciones del Arzobispo de Lima, en la página CatholicNewsAgency.com

Canto de entrada: “Postrado a vuestros pies humildemente”.

Inicio del rezo del Santo Rosario. Primer Misterio (misterios a elección).

Meditación.

Son los santos, como siempre, quienes nos dan ejemplo y lección de cómo amar a Nuestro Señor Jesucristo y, por supuesto, también a la Virgen. En este caso en concreto, nos dan ejemplo de cómo amar a Jesús a través de la Comunión espiritual. Por ejemplo, San Francisco Javier Cabrini decía: “Cuanto más Te amo, menos Te amo, porque más querría amarte. No puedo más con esto… Ensancha, ensancha mi corazón”[1]. Que la Virgen, Nuestra Señora de la Eucaristía, interceda para que Nuestro Señor se digne ensanchar nuestros pobres corazones, para que su Divino Amor reine en ellos.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Segundo Misterio.

Meditación.

A su vez, Santa Bernardita, en los períodos en los que no se despertaba por la noche, llegó a pedir a una compañera que la despertase. ¿Por qué? “Porque querría hacer la Comunión espiritual”. Cuando San Roque de Montpellier pasó encarcelado cinco días, retenido como un peligroso vagabundo, estaba siempre en la cárcel con la mirada fija en el ventanuco, rezando. El carcelero le preguntó: “¿Qué miras?”. El santo le contestó: “Miro el campanario de la Parroquia”. Lo que en realidad miraba el santo, en dirección al campanario, era el Sagrario, en donde estaba Jesús Eucaristía, pues estaba haciendo su Comunión espiritual.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Tercer Misterio.

Meditación.

El Santo Cura de Ars decía a sus fieles: “A la vista de un campanario podéis decir: Allí está Jesús porque un sacerdote ha dicho Misa allí”. Y el Beato Luis Guanella, cuando acompañaba en el tren a los peregrinos a los Santuarios, les recomendaba siempre que dirigieran el pensamiento y el corazón a Jesús cada vez que vieran un campanario desde las ventanillas del tren. “Todo campanario -decía- nos señala una iglesia en la que hay un sagrario, se celebra la Misa, está Jesús”.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Cuarto Misterio.

Meditación.

Los santos desean comunicarnos la llama de amor que los consume en el Reino de los cielos, la Llama de Amor del Sagrado Corazón de Jesús, que los arrebata en el Santo y Purísimo Amor de Dios Tres Veces Santo. Imitándolos a ellos, hagamos el esfuerzo, auxiliados por la gracia, de concentrarnos al momento de la Comunión sacramental, o cuando hagamos la Comunión espiritual, para que esa Llama de Amor de Jesús -o al menos, una pequeñísima chispa de ese Inmenso Horno de Amor que es el Corazón Eucarístico de Jesús- se desprenda de su Corazón y encienda nuestros secos y pobres corazones en el Santísimo Amor de Dios.

Un Padrenuestro, diez Avemarías, un Gloria.

Quinto Misterio.

Meditación.

San Leonardo de Puerto Mauricio decía: “Si hacéis al día varias veces el santo ejercicio de la Comunión espiritual, os doy un mes de tiempo para ver vuestro corazón cambiado”. En solo un mes, el santo nos promete el cambio, para nuestro bien, para nuestra santificación, si hacemos la Comunión espiritual, repetidas veces durante el día. ¿Qué nos impide hacerlo?

Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “Un día al cielo iré y la contemplaré”.

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, pidiendo por las intenciones del Santo Padre.

 



[1] Cfr. Stefano María Manelli, Jesús, Amor Eucarístico, Testimonio de Autores Católicos Escogidos, Madrid 2006, 92.