sábado, 26 de noviembre de 2016

Hora Santa y rezo del Santo Rosario meditado en reparación por doble ultraje a la Eucaristía en España


Inicio: Ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario meditado para reparar una doble profanación cometida contra la Eucaristía en Navarra, España: primero se la profanó al robarla del sagrario de una iglesia, para escribir la palabra “Pederastia” y presentarla como “obra de arte”; luego, se la volvió a profanar cuando el juez absolvió al sacrílego y además calificó a la Sagrada Eucaristía como “objetos blancos y redondos de pequeño tamaño”: “El juez entiende que en ningún caso el imputado incitó a los visitantes a la exposición al odio o la violencia contra la Iglesia católica o sus miembros, más allá de tomar conciencia o posicionarse respecto de “la lacra de la pederastia”. En la sentencia se relata que lo expuesto en la sala de la plaza de la Libertad fueron cuatro fotografías en las que se veía al investigado conformando en el suelo la palabra pederastia con “unos objetos blancos y redondos de pequeñas dimensiones”, tal como figura en el siguiente sitio:  http://www.noticiasdenavarra.com/2016/11/12/ocio-y-cultura/cultura/el-juez-absuelve-a-abel-azcona-quien-celebra-el-triunfo-de-la-libertad-de-expresion Es decir, la segunda profanación es continuación y agravación de la primera, porque para el juez no hay delito alguno, puesto que lo que el “artista” utilizó como “material” para su “obra de arte” –formar la palabra “pederastia” en el suelo-, eran sólo “unos objetos blancos y redondos de pequeñas dimensiones”. Es necesario tener en cuenta esta pequeña introducción que hacemos, ya que así se entiende porqué en cada meditación del misterio del Santo Rosario, comenzamos negando la doble insolencia, del “artista” y del juez, que Jesús Eucaristía es “un objeto blanco y redondo de pequeñas dimensiones”. Pedimos también por la conversión de quienes perpetraron este doble sacrilegio, así como la conversión de nuestros seres queridos, la nuestra propia y la de todo el mundo.
         Oración inicial: "Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman" (tres veces).
          "Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén".
         Canto inicial: "Cristianos, venid, cristianos, llegad, a adorar a Cristo, que está en el altar”.
         Inicio del rezo del Santo Rosario meditado. Primer Misterio (misterios a elección).
         Meditación.
No, Jesús Eucaristía, Tú no eres “un objeto blanco y redondo de pequeñas dimensiones”; Tú eres el Dios de la Eucaristía, oculto en apariencia de pan; Tú eres, en la Eucaristía, el Hijo Eterno del Padre, la Sabiduría del Padre, la impronta de su gloria que, encarnado en el tiempo, por obra y poder del Espíritu Santo en el seno de María, prolongas tu Encarnación en la Eucaristía, porque allí te encuentras como en el cielo: con tu Ser divino trinitario, con tu Persona divina, la Segunda de la Trinidad, con tu humanidad gloriosa y resucitada. No, Jesús Eucaristía, Tú en la Eucaristía no eres “un objeto blanco y redondo de pequeñas dimensiones”, Tú eres en la Eucaristía el Dios Tres veces Santo, que por nuestro amor, te encarnaste en María Virgen, para adquirir un Cuerpo con el cual poder subir a la Cruz y ofrecerte como Víctima Santa, Pura, Inmaculada, que dé acción de gracias a Dios de parte nuestra y que nos obtenga el perdón divino y su Divina Misericordia.
Silencio para meditar.
Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Segundo Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
No, Jesús Eucaristía, Tú no eres “un objeto blanco y redondo de pequeñas dimensiones”, así apareces a los sentidos corporales, pero la realidad del misterio eucarístico nos dice que la Eucaristía no es lo que parece ser, un pequeño pan circular, bendecido en una ceremonia religiosa: la Eucaristía es el Cordero de Dios, Jesús de Nazareth, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad que, unida hipostáticamente, personalmente, a la naturaleza humana de Jesús, se encuentra con su realidad divina y humana glorificada, en la Hostia consagrada, en aquello que parece ser pan, pero ya no es más pan, porque es el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. No, Jesús Eucaristía, Tú no eres en la Eucaristía “un objeto blanco y redondo de pequeñas dimensiones”, porque así apareces a la mente y razón humana sin fe, así apareces a los que, sin la luz del Espíritu Santo, sólo ven en la Eucaristía un trocito de pan circular, pero la fe de la Iglesia nos dice que Tú en la Eucaristía eres el Dios Tres veces Santo, el Dios Creador del universo visible e invisible, el Dios Redentor, que murió en la Cruz para salvarnos y que perpetúa su sacrificio redentor, de modo incruento y sacramental, en la Santa Misa; el Dios Santificador, que junto con el Padre, nos envías el Espíritu Santo, para que con el Fuego del Divino Amor queme en nosotros toda impureza, toda malicia, todo pecado, y nos conceda la santidad divina que procede de tu Ser divino trinitario como de una fuente inagotable.
Silencio para meditar.
Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Tercer Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
No, Jesús Eucaristía, Tú no eres “un objeto blanco y redondo de pequeñas dimensiones”; Tú eres en la Eucaristía el Verdadero Maná bajado del cielo, el Maná que nos concede el Padre y que nos comunica tu vida divina; Tú eres en la Eucaristía el alimento de los ángeles que nosotros, pobres y miserables pecadores, recibimos para deleite y gozo de nuestras almas, en nuestro peregrinar hacia la Jerusalén celestial. No, Jesús Eucaristía, Tú no “un objeto blanco y redondo de pequeñas dimensiones”, Tú eres el Pan Vivo bajado del cielo, y eres Pan Vivo, porque comunicas de tu vida divina a quien te comulga con fe, con piedad y con amor; Tú eres el Pan que da la Vida eterna a quien te recibe con un corazón puro, en gracia, con fe y con amor; Tú eres en la Eucaristía el manjar de los ángeles, que te nos brindas en el Banquete celestial, la Santa Misa, como alimento que nos concede la fuerza divina para atravesar el desierto de esta vida terrena y así poder llegar a la Nueva Jerusalén, la Jerusalén del cielo, la Ciudad celestial “cuya Lámpara es el Cordero”, es decir, Tú mismo, oh Jesús, Hijo de Dios encarnado, que prolongas tu Encarnación en la Eucaristía. No, Jesús Eucaristía, Tú no eres “un objeto blanco y redondo de pequeñas dimensiones”, Tú eres la Lámpara de la Jerusalén celestial, que alumbra a los bienaventurados del cielo, los ángeles y los santos, con la luz resplandeciente de tu divinidad, que brota inagotable e indeficiente de tu Ser divino trinitario, y que a nosotros, los miembros de la Iglesia Militante, nos alumbras desde la Eucaristía con la luz de la fe, de la gracia y de la verdad, luz que al mismo tiempo que ilumina, concede la vida divina y el divino amor a todo aquel que recibe tus divinos rayos luminosos.
Silencio para meditar.
Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Cuarto Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
No, Jesús Eucaristía, Tú no eres “un objeto blanco y redondo de pequeñas dimensiones”; Tú no eres, en la Eucaristía, un mero recuerdo de la Cena Pascual, porque por el milagro de la Transubstanciación, operado por el Espíritu Santo en la Misa, a través del sacerdote ministerial en las palabras de la consagración, en la Eucaristía estás no de modo simbólico, o compartiendo las substancias del pan y del vino, sino que estás con tu Acto de Ser divino trinitario y es por eso que la Eucaristía es el Dios Tres veces Santo, el mismo Dios al que adoran postrándose los ángeles y santos en la eternidad, entonando cánticos de alabanza, de gloria y honor; Tú en la Eucaristía, no estás compartiendo las substancias del pan y del vino, porque por el milagro de la Transubstanciación, estas substancias creadas ya no está más, porque se han convertido en las substancias de tu Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad; Tú en la Eucaristía no estás de modo meramente moral o imaginario, dependiendo de la fe de la asamblea, sino que estás Presente real, verdadera y substancialmente, con tu divinidad y tu humanidad glorificada, para donarte todo sin reservas al alma que te recibe en gracia, con fe y con amor.
Silencio para meditar.
Padrenuestro, Diez Ave Marías, Gloria.
Quinto Misterio del Santo Rosario.
Meditación.
No, Jesús Eucaristía, Tú no eres “un objeto blanco y redondo de pequeñas dimensiones”; Tú eres nuestro Dios, nuestro Creador, nuestro Redentor y nuestro Salvador; Tú eres la Sabiduría de Dios Encarnada; Tú eres la Divina Misericordia encarnada; en la Eucaristía está tu Sagrado Corazón Eucarístico, vivo, resucitado, glorioso, que late con la fuerza del Divino Amor; Tú en la Eucaristía eres el Dios que nos ama y nos ama con locura, con la locura de quien verdaderamente está loco de amor, porque sólo quien está loco de amor, puede donarse todo entero, sin reservarse nada, a los hombres, pobres creaturas ciegas, ignorantes de tu amor, que ni siquiera somos capaces de imaginarnos la magnitud del Amor Divino con el que nos amas; no, Jesús Eucaristía, Tú no eres “un objeto blanco y redondo de pequeñas dimensiones”, eso lo dicen los paganos, los que no tienen fe, los que están ciegos al misterio de un Dios que por amor y sólo por amor, decide convertir, por el milagro de la Transubstanciación en la Santa Misa, al pan material en su Cuerpo glorioso y resucitado, y al vino en su Sangre, la Sangre del Cordero de Dios, que contiene al Espíritu Santo y da la vida eterna a quien bebe del cáliz Eucarístico. No, Jesús Eucaristía, Tú no eres “un objeto blanco y redondo de pequeñas dimensiones”, Tú eres el Dios de la Eucaristía, el Dios del sagrario, el Dios Amor que has venido a traer a la tierra el Fuego del Divino Amor que inhabita en tu Corazón, para incendiar nuestros corazones en el Amor de Dios. A Ti, oh Cordero de Dios Tres veces Santo; a Ti, oh Hijo Eterno del Padre encarnado en el seno virgen de María, que prolongas tu encarnación en la Eucaristía; a Ti, oh Dios bendito y Tres veces santo, que para mendigar la miseria de amor que hay en nuestros pobres corazones, te quedas en la Eucaristía, para donarte como Pan Vivo bajado del cielo, a Ti te decimos, desde nuestra nada y pequeñez, junto con el Ángel de Portugal: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman”.
         Un Padrenuestro, tres Ave Marías, un gloria, para ganar las indulgencias del Santo Rosario, pidiendo por la salud e intenciones de los Santos Padres Benedicto y Francisco.
Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.
Canto final: “Plegaria a Nuestra Señora de los Ángeles”.


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