martes, 4 de abril de 2017

La Eucaristía, don inestimable poco apreciado por los católicos


         Frente a la Eucaristía, se impone siempre la pregunta: ¿qué es la Eucaristía? Si respondemos según lo que creen otras iglesias que no sean la católica, diremos que es sólo un poco de pan bendecido; un recuerdo de la Cena del Señor; un trocito de pan que tiene una significación especial, por haber sido consagrado en una ceremonia religiosa que recordaba la Última Cena. Si respondemos según las otras religiones, la Eucaristía es sólo un poco de pan, bendecido más o menos solemnemente, pero nada más que un poco de pan. La substancia de la Eucaristía es pan, el mismo pan material de la tierra, hecho con harina y trigo.
         Pero esto no es lo que nos dice nuestra Santa Fe Católica.
         ¿Qué nos dice la fe católica cuando nos preguntamos qué es la Eucaristía?
         La Fe Católica nos dice que la Eucaristía es un Sacramento, el Santísimo Sacramento del Altar. Es decir, es un sacramento que, a diferencia de los demás, se confecciona sobre el altar, y es por eso que se le llama: “Santísimo Sacramento del Altar”. La Fe católica nos dice también que la Eucaristía es “el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo”.
         Con respecto a estas dos definiciones, debemos hacer algunas aclaraciones: la Eucaristía es, sí, un sacramento, pero no es una “cosa”; por otra parte, decir que la Eucaristía es el “Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad” de Nuestro Señor Jesucristo, no nos debe hacer pensar en estos cuatro elementos como separados entre sí: se trata simplemente de una descripción de elementos que están unidos y no separados entre sí; se los describe separadamente, solo para una mejor comprensión nuestra. Es necesario hacer esta consideración, porque si decimos que la Eucaristía no es una “cosa”, y que los cuatro elementos que nombramos cuando la definimos están unidos entre sí, estamos diciendo que la Eucaristía es “Alguien” y no “algo”. Y ese “Alguien” es el Hombre-Dios Jesús de Nazareth. La Eucaristía NO ES un pancito bendecido en una ceremonia religiosa, porque la substancia del pan ya no está más: están las substancias humanas, glorificadas, del Cuerpo y el Alma de Jesús, y la substancia divina de la Persona Segunda de la Trinidad, el Hijo de Dios, el Verbo de Dios.
         En este momento, estamos en condiciones de re-formular la pregunta; ya no nos preguntamos “qué” es la Eucaristía –es un sacramento-, sino “quién” es el que está en la Eucaristía. La Eucaristía no es un “algo”, sino un “Alguien”, y ese “Alguien” es el Verbo de Dios descripto por el Evangelista Juan: “El Verbo era Dios, estaba en Dios”, pero es también ese mismo Verbo que se encarna: “Y el Verbo se encarnó y habitó entre nosotros”, y prolonga su Encarnación en la Eucaristía. La Eucaristía es el Verbo de Dios Encarnado, el Hijo de Dios hecho hombre y, como tal, está Presente en la Eucaristía con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. En otras palabras, la Eucaristía es “Alguien”, el Hijo de Dios encarnado, Jesús de Nazareth, Presente con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, oculto en apariencia de pan –porque ya no es más pan, cuya substancia se ha convertido en la substancia del Hijo de Dios- y ésta es la razón por la cual los católicos adoramos la Eucaristía. Si no fuera así, cometeríamos un acto de idolatría, al adorar a un pan bendecido. Pero como no es un pan bendecido, sino Dios Hijo en Persona, lo adoramos en la tierra, así como los ángeles y los santos lo adoran en el cielo.
         La Eucaristía es un don tan inmensamente grande, que no nos alcanzará la eternidad para adorar, dar gracias y alabar a Dios por este don preciosísimo.
         Por último, la razón de la Presencia de Dios Hijo en la Eucaristía, oculto a los ojos del cuerpo, pero visible a los ojos de la fe, es darnos, sin reservas, el contenido de su Sagrado Corazón Eucarístico, el Amor de Dios, el Espíritu Santo. El Sagrado Corazón de Jesús late en la Eucaristía y en cada latido de amor dice nuestro nombre personal, por lo que la adoración que se hace sin amor –a Jesús Eucaristía y, en Él, al prójimo-, es una adoración vacía.

         

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