miércoles, 15 de noviembre de 2017

Hora Santa en reparación por ultraje a la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe México 251017


         Inicio: ofrecemos esta Hora Santa y el rezo del Santo Rosario en reparación por el ultraje sufrido por una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe a manos de una mujer. En los siguientes enlaces se encuentra la información relativa a tan penoso caso:
Según las agencias de noticias, el ultraje a la Madre de Dios consistió en que una mujer destruyó la imagen de la Virgen de Guadalupe en catedral de Tampico, en México. En reparación y homenaje a Nuestra Señora de Guadalupe, basaremos nuestras meditaciones en la imagen que, milagrosamente, la Virgen estampara en la tilma de Juan Diego. Además de reparar este sacrilegio, pediremos también por nuestra conversión, la de nuestros seres queridos, la de quien cometió el ultraje, y la del mundo entero.

Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto inicial: “Cantemos al Amor de los amores”.

Inicio del rezo del Santo Rosario (misterios a elección). Primer Misterio.

Meditación.        

         Aunque los pueblos mesoamericanos eran paganos, antes de la Conquista española y su posterior evangelización, veneraban sin embargo, en el cerro Tepeyac, donde se apareció la Madre de Dios, a una deidad femenina benigna, a la que llamaban “Tonantzin” (que quiere decir Nuestra Madrecita). Este hecho, sumado a la gracia de la conversión conferida por Dios, ayudó a que fuera aceptada y amada la Virgen, cuando en el mismo cerro Tepeyac se apareció como Madre de Dios y Madre nuestra[1]. El nombre con el que la Virgen se dio a conocer, revela su Inmaculada Concepción, la Encarnación del Verbo por obra del Espíritu Santo, y su condición de virginidad perpetua: “Siempre Virgen Santa María de Guadalupe”. El nombre “Guadalupe” es la continuación de la evangelización que, guiados por el Espíritu Santo, los Conquistadores españoles habían comenzado desde el descubrimiento del continente, e indica lo que habría de ser la característica del Descubrimiento y la Evangelización del Nuevo Continente: la fusión de razas bajo el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo, por intermedio de su Madre, Nuestra Señora de Guadalupe.

         Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Segundo Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

En la tilma, la Virgen aparece con el cabello suelto, cuyo significado entre los aztecas es la virginidad, lo cual corresponde al doble privilegio que la Santísima Trinidad le concedió a María, el ser Virgen –porque concibió al Verbo de Dios no por obra humana sino por obra de Dios Espíritu Santo, enviado por Dios Padre-y, al mismo tiempo, su condición de ser Madre de Dios, esto es, de Dios Hijo que, procediendo por generación eterna del seno del Padre, se encarna en las entrañas virginales de María para, sin dejar de ser Dios, asumir nuestra naturaleza humana. El rostro de la Virgen en la tilma es “moreno, ovalado y en actitud de profunda oración”[2]. Ya en su rostro la Virgen se presenta no solo como Madre de españoles e indígenas, sino como Madre celestial de los descendientes de los españoles e indígenas, los mestizos, los criollos, los hispanoamericanos, por cuyas venas corren, mezcladas por el designio de Amor de Dios, la sangre española y la sangre americana. El semblante de la Virgen es suave, “dulce, fresco, amable”, y junto al “amor y ternura”, refleja “además una gran fortaleza”. La actitud de oración de la Virgen es una característica suya pues fue concebida como Inmaculada Concepción, para ser Hija predilecta de Dios Padre, Madre de Dios Hijo y Esposa de Dios Espíritu Santo, por lo que su vida toda, desde la creación de su cuerpo y alma benditos, está orientada a Dios Trino y sólo en Él se explica la Virgen, y esto es un ejemplo para nosotros, de cómo nosotros debemos también, como la Virgen, orar en todo tiempo. La dulzura maternal y la fortaleza del rostro de María se derivan, precisamente, de su estado de continua y profunda oración. Esta oración está también indicada en la tilma en la posición de las manos, juntas, unidas una con la otra, en señal de recogimiento y de unión profunda de mente y corazón con Dios Trino. En las manos se destaca el hecho de que, mientras la derecha es “más blanca y estilizada, la izquierda es morena y más llena”, lo que simboliza la unión de las razas españolas y americanas, unión producida por el designio de Dios, en su Amor.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Tercer Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

En la milagrosa tilma, la Virgen aparece en estado de gravidez, lo cual se constata “por la forma aumentada del abdomen, donde se destaca una mayor prominencia vertical que transversal, corresponde a un embarazo casi en su última etapa”[3]. La gravidez de la Virgen también señalada en la tilma se constata también por el cinto, que “se localiza arriba del vientre”. Se dispone de manera tal que “cae en dos extremos trapezoidales que en el mundo náhuatl representaban el fin de un ciclo y el nacimiento de una nueva era”. En este caso, se representa el inicio de una Nueva Era para la humanidad, señalada por el fruto virginal de María, el Niño que Ella porta en sus entrañas: con el Niño de la Virgen se inicia una Nueva y Definitiva Era, la Era de los hijos de Dios, los bautizados en la Iglesia Católica, nacidos del seno mismo de Dios por la gracia santificante. La Nueva Era, que se inicia “tanto para el viejo como para el nuevo mundo”, es la conversión de las almas, por la gracia de Jesucristo, y el ingreso por el bautismo sacramental, al Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia Católica, de todo un continente, bautismo que es la puerta abierta y el anticipo de la eterna bienaventuranza en los cielos, en la otra vida.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Cuarto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

Hay un detalle central en la tilma, y es “una flor de cuatro pétalos, llamada Nahui Ollin: es el símbolo principal en la imagen de la Virgen, a la vez que es el máximo símbolo nátuahl y representa la presencia de Dios, la plenitud, el centro del espacio y del tiempo”[4]. Al aplicarla a la Virgen de Guadalupe, la flor indica que Ella es la Llena de gracia y por lo tanto, Morada Santa de la Trinidad, al tiempo que, como Inmaculada Concepción e inhabitada por el Espíritu Santo, la Virgen representa la humanidad en la que habita la plenitud de Dios. La flor marca el lugar donde se encuentra Nuestro Señor Jesucristo, y es aquí en donde la flor puede ser aplicada a Él, que en cuanto Dios, es lo que la flor simboliza: el alfa y el omega, el principio y el fin, el centro del espacio y del tiempo, aunque también de la eternidad, puesto que Jesucristo, siendo Dios, es la misma eternidad, es la eternidad en sí misma; Él es Dios Increado, Eterno, Inmutable, Perfectísimo; por Él fueron creadas todas las cosas; Jesucristo, el Fruto de María Virgen, es el centro de la historia humana y del universo, tanto visible como invisible, puesto que es Rey de los hombres y Rey de los ángeles; Él es el Triunfador en el leño santo de la Cruz; Él es el Redentor de la humanidad, salvada y redimida al precio de su Sangre brotada de su Cuerpo flagelado, llagado y crucificado. En cuanto Dios, es la plenitud de toda gracia y perfección; nada hay en Él que sea impuro, ni siquiera imperfecto; es el Dios de toda gracia, majestad y honra; ante Él se postran los ángeles y santos en adoración perpetua, en los cielos, y también en la tierra, en su Iglesia, en su Presencia Eucarística. Por esta razón, la flor de cuatro pétalos o Nahi Ollin, es el símbolo de Nuestro Señor Jesucristo, el Hombre-Dios, que viene a nuestras vidas y a nuestra historia humana por el Portal de eternidad que es Nuestra Señora de Guadalupe, María Santísima.

Silencio para meditar.

Padrenuestro, diez Ave Marías, Gloria.

Quinto Misterio del Santo Rosario.

Meditación.

         La Virgen aparece en la tilma tal como la descripción del Apocalipsis, demostrando así que Ella es “la mujer revestida de sol”: está “rodeada de rayos dorados que le forman un halo luminoso o aura”[5]. La razón por la cual la Virgen es “la Mujer revestida de sol” de la que habla el Apocalipsis, es su especialísima relación con la Santísima Trinidad: Ella es la Hija predilecta del Padre, y por eso el Padre la crea Inmaculada y Llena de gracia; Ella es la Esposa de Dios Espíritu Santo, y por eso el Espíritu Santo mora en Ella; Ella es la Madre de Dios Hijo, que es el “Sol de justicia” y por eso la que irradia es la luz de su Hijo, y también la del Padre y la del Espíritu Santo. Está revestida de sol porque es la Madre de Dios Hijo, el “Sol que nace de lo alto” y que viene a iluminarnos a nosotros, que vivimos inmersos “en tinieblas y sombras de muerte”, esto es, vivimos inmersos en el pecado, la muerte y los ángeles caídos, y Jesús, el Sol naciente, nos libera de las tinieblas con la luz de su gracia. La Virgen es la “Mujer revestida de sol” porque es “la Madre de la luz, del Sol, del Niño Sol, del Dios verdadero, ella lo hace descender hacia el “centro de la luna” (la palabra México en nátuahl son “Metz – xic – co” que significan “en el centro de la luna”) para que allí nazca, alumbre y dé vida”. Es decir, la luna estaría simbolizando tanto a la Virgen, en cuanto fecundidad divina, porque da a luz al Sol de justicia, Jesucristo, como también a México, en cuanto Nación elegida por Dios para que, por la aparición de la Virgen, nazcan a la vida de la fe los hijos de Dios (de hecho, luego de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe, se convirtieron más de ocho millones de nativos). La luna, símbolo de fecundidad, nacimiento y vida, está a los pies de la Virgen, además, porque Ella es Reina de cielos y tierra, y así indica su majestad sobre el universo creado. Por último, un ángel, que en ademán de volar, está “a los pies de la Guadalupana”. Las alas son como de águila, asimétricas y muy coloridas, y los tonos son parecidos a los del pájaro mexicano tzinitzcan que Juan Diego recordó, anunciándole la aparición de la Virgen de Guadalupe. Sus manos sostienen el extremo izquierdo de la túnica de la Virgen y el derecho del manto. El hecho de que el ángel esté a los pies de la Virgen, indica su condición de ser la Virgen Reina de los ángeles y que estos se encuentran a su servicio.

         Oración final: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Canto final: “La Guadalupana”.






[1] https://www.aciprensa.com/recursos/interpretacion-de-la-imagen-de-la-virgen-de-guadalupe-1081
[2] Cfr. https://www.aciprensa.com/recursos/interpretacion-de-la-imagen-de-la-virgen-de-guadalupe-1081
[3] Cfr. ibidem.
[4] Cfr. ibidem.
[5] Cfr. ibidem.

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